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viernes, 6 de marzo de 2009

sábado, 14 de febrero de 2009

De Ciudad Juarez a Mali

Estoy en Ciudad Juarez. Felix me ha llevado allí a que vea el otro lado. Hoy en el restaurante americano, la camarera, una chica mejicana, no me hablaba en castellano, insistía con su medio inglés con el que casi nadie nos enterábamos. Triste la renuncia a su verdadera identidad.
Después de un rato volveremos a El Paso. La avioneta nos llevará hacia el norte, finalizando en Los Angeles, desde donde tomaremos un vuelo hasta casa. No regresaré posiblemente más a este lugar, aunque no me preocupa.
Debo vencer mi miedo por el continente africano. El Rally a Mali da vueltas en mi cabeza recurrentemente. No tengo compañero. A los que me gustaría llevar no son autosuficientes, y no puedo ocuparme en caso de urgencia nada más que de mí mismo. Los que saben que hacer, y que hacer además con los que le acompañan, no me gustan. El sur de Marruecos se alza para mí como una frontera imaginaria.
Bajar el Níjer, llegar a Bamako.

martes, 27 de enero de 2009

La onza troy

Llevo una onza troy de plata. Voy a cambiarla por unos dátiles de la luz radiante, los famosos Deglet Nour, y por unos tragos de agua caliente con sabor a chivo. Aquí nada tiene un valor absoluto. Todo es relativo. Debo de andar entre Timimoun y In Salah. Curiosamente el pastor rechaza la moneda; señala mis gafas y hace ademán de retirar el agua. Le ofrezco sin dudarlo las gafas, y me da agua. En un cuenco me ofrece los deliciosos dátiles. Me recuerdan a aquellos que comía cuando era pequeño, de El Monaguillo, creo, en la confitería La Mexicana de Córdoba. Cuantos años y cuantas personas... Oscurece. En febrero quizás tenga que regresar al Aaiun.