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viernes, 9 de noviembre de 2007

Mendoza



Acabo de ver por casualidad la web del Aeroclub Mendoza, y entre sus componentes he reconocido a Pedro Iriart.



Hace ya muchos años, cuando Pedro estaba recien iniciado en el arte de manejar un avión, tuve el placer de volar con él sobre Mendoza, de acercarme a la peligrosa precordillera de Los Andes, y además compartir alguna cerveza.



Saliendo de Mendoza, en dirección a Cacheuta, junto a Luján y Las Heras, se encuentra el Aeroclub Mendoza. Allí acudí una tarde acompañando a Pedrito -entonces- para dar una vuelta en una avioneta alquilada. Ni su hermano Gustavo, ni Ricardo Meschini, ni nadie, me habían advertido de que Pedrito tenía 30 o 40 horas de vuelo a lo sumo; aunque creo que me he sobrepasado en esta apreciación.



Cuando ya estábamos arriba, con el Parque del General San Martín a lo lejos, empezamos a realizar amplios círculos durante un tiempo, por lo que le digo a Pedrito que nos acerquemos a la precordillera de Los Andes. Me dice que vale, pero sin perder de vista la ciudad, y toma dirección a las imponentes montañas. Desde allí recuerdo -pues los visité con Ricardo con anterioridad- los campos base que se ven junto a la carretera que va a Chile, a su paso bajo el imponente Aconcagua. Y recuerdo -quedé impresionado al verlo- el Cementerio de los Andinistas, con las placas recordando a los que se quedaron en la Cordillera, sin que hayan podido ser rescatados.

Por el camino me cuenta lo difícil que es regresar una vez tomas un valle y vas subiendo, subiendo, hasta que la avioneta dice basta, sin que exista espacio para regresar. Me da yuyu y le digo que volvamos, ahora que podemos. El, obediente, da un giro de 180 grados y volvemos a situarnos encima del Aeroclub. Le digo que vayamos hacia Mendoza, pero me explica que los aviones que despegan del aeropuerto internacional El Plumerillo -desde donde salieron los tristemente famosos uruguayos- hacen que la zona sea peligrosa, y que además la mitad de los relojes no funcionan, y los que funcionan no sabe exactamente que es lo que marcan. Ante tales explicaciones, consciente de que Pedrito me dice la verdad, le pido que me deje en tierra, con suavidad a ser posible. Mientras espero abajo, él despega y aterriza en varias ocasiones. Perfecto. Pienso que seguramente llegue a ser un buen piloto. Hoy, con seguridad será un as. Saludos y gracias, Don Pedro.

jueves, 8 de noviembre de 2007

martes, 6 de noviembre de 2007

viernes, 2 de noviembre de 2007

Visitas


Es sorprendente como funcionan los blogs. Hasta hace poco escribía otro blog con similar contenido a este. Recibía diez o doce visitas diarias, y en los últimos días, dos o tres como mínimo.

Sin embargo este blog no lo visita nadie, excepto yo mismo, claro está. La verdad es que no me importa mucho, pero me intriga, ya que no conzco el motivo por el que visitaban el otro y este no es visitado. ¿Que diferencia habrá?.


Hablando de otro tema, lo que cada vez se está poniendo mas crudo de visitar es Marruecos. Por si no teniamos bastante con el mar de fondo del integrismo islámico, el juez Garzón se dedica a imputar a altos cargos del gobierno marroquí, y sus Majestades se van a Ceuta y Melilla.

El ambiente se va a poner muy calentito para todos aquellos que viajamos más abajo del Atlas regularmente.

Por lo que pueda pasar, habrá que ir planteándose otras alternativas.

viernes, 26 de octubre de 2007

lunes, 15 de octubre de 2007

Tashkent

La primera vez que vi al Sr. D. Pedro Bourkaib, Consul Honorario de España en Uzbekistán, fue en la recepción del Hotel Dedeman, en Tashkent. Vestía una chaqueta azul marino y unos pantalones beige, corbata oscura y zapatos negros. Ese aspecto tan cuidado, unido a su corpulencia y a su cabello blanco, me dieron la impresión de encontrarme delante del estereotipo del diplomático por excelencia, impresión que corroboró con sus primeras palabras. Craso error. Una vez que mi recordado amigo Pedro, Don Pedro para todo el que no era español, te saluda y te explica, así por lo alto, las normas básicas para "no moverte" por Tashkent, la cosa cambia radicalmente. Para poner en marcha a los empleados uzbekos del consulado, continuamente se acuerda de los parientes de todo el que anda en un radio de 10 metros. Maldice el aire acondicionado que no funciona correctamente, el tráfico kamikaze de las carreteras uzbekas mientras nos desplazamos de un ministerio a otro, las botellas de Fanta que toma continuamente, por no estar lo suficientemente frías, y al chófer del consulado, que como buen uzbeko y mejor conductor hace con el coche -un Daewoo con 180.000 kilómetros- lo que le sale de sus cojones, saltándose semáforos, rayas continuas y límites de velocidad, todo ello bajo el paraguas que por esos lares concede la D de diplomático en la matrícula del automóvil.

Parece imposible que, en medio de ese maremagnun de órdenes que da continuamente y maldiciones a diestro y siniestro, no tenga para nosotros sino palabras de amabilidad, mostrando continuamente una sincera preocupación para que nos sintamos como en nuestra propia casa, logrando, al menos yo así lo he sentido, que te encuentres protegido en todos los aspectos mientras estás a su lado.

Pese a su actitud, que podría dar a entender lo contrario, todos los empleados del consulado le respetan y sienten afecto -creo que sincero- por él; especialmente el traductor y el chófer; que a sus espaldas nos indican que D. Pedro es una excelente persona, efectiva en su trabajo, pero cascarrabias, por la edad. Fue un verdadero placer compartir con él un referesco al atardecer, y especialmente los almuerzos en el restaurante Jumanji.

No he llegado a comprender, en los ocho días que estuve retenido en Uzbekistán, si era D. Pedro, el traductor o el chófer, quien realmente movía los hilos de aquella situación en la que cada vez nos exigían mas documentos para abandonar el país. Lo cierto es que aparentemente mandaba en aquella procesión D. Pedro; que la procesión cumplía más o menos con el horario previsto, que hacía cada parada en el momento justo que un funcionario quería una "saeta", y que de una forma u otra logramos nuestro objetivo, regresar a España.

Siempre agradeceré al Sr. D. Pedro Bourkaib la atención que me prestó, mucha más de la que debía por su cargo, haciendo que en ningún momento me encontrara solo en un país lejano y extraño. Su comportamiento para conmigo, como diplomático y como persona fue ejemplar.

Le reitero mi invitación para que visite mi ciudad, que es la suya, pues aquí vivieron sus antepasados.

Quedé atrapado en aquel lugar porque no tuve valor para continuar. Pero esa es otra historia.

miércoles, 10 de octubre de 2007

De Kazajstán a Uzbekistán

La peor frontera que he cruzado jamás es la que separa Kazajstán y Uzbekistán si se intenta entrar en este último país a través del terreno desértico que separa el mar Caspio y el mar de Araal. De entrada, acceder hasta la misma frontera ya supone un tremendo castigo tanto para los vehículos como para pilotos y copilotos. Después de salir de Atyrau, y al llegar a Dossor, debes desviarte en dirección a Beyneu. En el mapa encontrarás una carretera de color rojo, que indica que es una de las de la antigua red principal de carreteras de la extinta URSS. Sobre el terreno te encontrarás aproximadamente 400 kilómetros de nada. La carretera sirve exclusivamente como referencia para que sigas las pistas que, paralelas a la misma, discurren a través del desierto. El continuo cruce con camiones y otros vehículos hace que sea imposible abrir las ventanas del coche, debiendo en muchos casos accionar los limpiaparabrisas para quitar el polvo que se acumula y que impide absolutamente la visibilidad. La media será de aproximadamente veinte o treinta kilómetros hora. Tardarás un día o día y medio -si te detienes en cuanto oscurezca, como es lo razonable- en llegar a Beyneu desde Dossor.




Si has logrado llegar a Beyneu, ahora toca la parte "sin carretera". Desde Beyneu hacia Qaraqalpakstan -antes hay que cruzar la frontera-, y después a Jasliq, Nukus y Samarcanda.




En este tramo no existe carretera en los mapas, sino una serie de pistas en dirección sudeste; por lo que lo aconsejable es seguir una de ellas que siga paralela a la interminable vía del tren -que por cierto debe quedar siempre a nuestra izquierda-. La pista que aparece en la foto de los camellos y dormedarios es excelente. Te encontrarás pocos tramos tan buenos como este.

A una hora y media de pista desde Beyneu, se llega a la frontera entre Kazajstán y Uzbekistán. La frontera kazaja -para salir del país- se cierra a las 20.00 horas, por lo que de llegar más tarde tendrás que esperar hasta las ocho o nueve de la mañana, en que vuelven a abrir. Debes tener cuidado de no salir de Kazajstán justo de hora, pues puedes encontrarte que has salido, pero que la frontera uzbeka está cerrada, y te encontrarás en un terreno de nadie en el que debes pasar la noche. Si esperas en el lado kazajo al menos tendrás algunas wauxahas en las que pasar un rato y tomar algo de comer y una cerveza departiendo con los parroquianos que esperan lo mismo que tu. En la foto puedes ver a un grupo de ellos. Lo peor es la "presentación". Como siempre he pensado, lo mejor en estos casos es ser extremadamente prudente y respetuoso. Estás en su casa y cualquier ostentación o arrogancia por tu parte puede salirte muy cara.

Si entablas conversación con los policías en la wauxaha es posible que a primera hora de la mañana te hagan pasar el primero la frontera, con lo que a su vez serás el primero para pasar la frontera uzbeka.




Si te has encontrado la frontera cerrada, una vez decidas irte a la cama te recomiendo regreses unos kilómetros por donde has venido y montes la tienda en un lugar que no sea visible desde la carretera. Cuidado al montar el campamento. Un exceso de luces delatará inevitablemente el lugar en donde te encuentras y pienso que esto no es muy recomendable.




Al día siguiente deberás salir de Kazajstán, y a unos 2 o 3 kilómetros te encontrarás la frontera uzbeka. Yo encontré en esta solo facilidades y nada de soborno. Un oficial se ocupó de que pasáramos rápidamente, e hizo igual con unos alemanes que llegaron posteriormente.




Ahora debes seguir paralelo a la vía, y en unos cien o ciento cincuenta kilómetros tendrás al norte el mar de Araal. La pista en este tramo se hace interminable. Es imprescindible llevar agua potable en cantidad y gasolina de sobra. Aunque hay tramos que se están asfaltando y lugares en donde comprar agua y gasolina, no es seguro que haya existencias, y el precio es abusivo. La pista está ondulada por el paso de maquinaria pesada de cadenas, con lo que nuestro vehículo, si sobrepasa los 30 kilómetros hora irá flotando en el aire, pues los amortiguadores no son capaces de absolver las irregularidades del terreno. Si después de uno o dos días aguanta el coche y los ocupantes comenzarás a ver vegetación, y finalmente te encontrará Nukus. Después Samarcanda y Tashkent.
Por el camino, imnumerables wauxahas.

lunes, 8 de octubre de 2007

Auschwitz Birkenau

El Campo de concentración de Auschwitz-Birkenau (en alemán Konzentrationslager Auschwitz-Birkenau, en polaco Oświęcim-Brzezinka) o campo de Auschwitz, fue un complejo de diversos centros para la exterminación y asesinato en masa de prisioneros construido por el régimen de la Alemania nazi en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial.
Situado a unos 60 km al oeste de
Cracovia (50°4′N, 19°21′E), fue el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo donde se calcula que fueron asesinadas no menos de 1,3 millones de personas, de las cuales el 90 por ciento lo fueron al ser consideradas judíos por las estrictas políticas raciales nazis. Cerca de 1 millón lo eran.
En la puerta de entrada a uno de los diversos campos que componían el complejo (Auschwitz I) se puede leer el lema en alemán Arbeit macht Frei (el trabajo hace libres) con el que eran recibidos los deportados por las fuerzas
SS que custodiaban el centro durante el periodo de funcionamiento, desde su apertura en mayo de 1940 hasta el 27 de enero de 1945, cuando fue liberado por el ejército soviético.
Operado bajo la dirección de
Heinrich Himmler, el oficial SS-Obersturmbannführer Rudolf Höß fue su director hasta el verano de 1943 siendo reemplazado por Arthur Liebehenschel y Richard Baer. Höß capturado por los aliados, daría testimonio en los Procesos de Núremberg antes de ser procesado y condenado a muerte por ahorcamiento en 1947 delante del crematorio de Auschwitz I. Liebehenschel fue también juzgado por un tribunal polaco y ejecutado en 1948. Baer logró evadirse y vivir bajo una identidad falsa en Baviera hasta que fue reconocido y arrestado, muriendo poco antes de su proceso en 1960.

Llegué al campo de concentración el día 23 de julio de 2007, al atardecer, y cuando ya era imposible visitarlo. El guarda nocturno nos dejó pasar la noche en el interior del recinto, durmiendo en tienda de campaña. Al amanecer pude pasear por el campo cuando apenas había llegado ningún visitante. Hasta pasados unos días desde la visita no digerí lo visto.

Urgente necesité de una wauxaha en donde aliviar mis penas.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Zigoto

Me resisto a escribir sobre la historia del hombre zigoto, elemental en sus pensamientos, para el que solo existe el blanco y el negro, el bien o el mal, la izquierda o la derecha. Elemental en sus conocimientos, en sus sentimientos, sin posibilidad de entender que existen grados, colores y afectos intermedios, encontrados,...
El hombre zigoto es un gilipollas; y lo peor es que cree que es perfecto.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Wauxaha

Entre Kazahstán y Uzbekistán, en el paso fronterizo que se encuentra saliendo de Beyneu y en dirección a Nukus y Samarcanda, se encuentra sin duda la wauxaha más acogedora de Asia. Allí, al descarriado viajero que debe sufrir la espera de los carneros uzbecos para cruzar la frontera, le ayudan a reponer sus fuerzas con cervezas tibias y platos de carnes saturadas con especias desconocidas. En todos sitios se encuentra en el mundo a un buen samaritano.
En este blogs, pretendemos dar cobijo a todos aquellos descarriados que busquen compañía y quieran ser reconfortados con una birra caliente y un arroz imaginario mientras viajamos por todos los continentes.